Simplemente lo registramos: el Presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, en declaraciones concedidas a BBC World News América, ha justificado el uso de la tortura.
En efecto, el Jefe de Estado norteamericano se ha referido al método de tormento conocido como "waterbording" o "submarino" (asfixia simulada), que consiste en sumergir en agua la cabeza de una persona amarrada (manos atadas a la espalda), sosteniéndola en esa posición casi hasta el ahogamiento, sacándola de nuevo para que diga o revele algo, volviéndola a sumergir en ocasiones indefinidas, mientras los torturadores no estén satisfechos con sus respuestas. Otra modalidad de esta tortura consiste en en envolver la cabeza del prisionero en una toalla mojada o en una bolsa, con el objeto de dificultarle la respiración, como forma de presionar sus declaraciones, datos o confesiones, o para que haga algo que no quiere hacer (por ejemplo, firmar un documento).
El procedimiento en referencia, que el Director de la CIA Michael Hayden reconoció que se usa en los Estados Unidos y que se infligió a presuntos terroristas vinculados a los atentados del 11 de septiembre de 2001, se extendió en Europa y en América durante la época de la Inquisición, cuando se conocía como "pena del ansia", debido a la angustia que causaba en el torturado.
Bush expresó que gracias a esta "técnica" se ha obtenido información valiosa de presuntos terroristas, y que ella ha ayudado a salvar vidas en Estados Unidos y en otros países del mundo.
A juicio de Bush, este procedimiento. rechazado por la jurisprudencia, la doctrina y las organizaciones de derechos humanos como un evidente atentado contra la vida -indudablemente amenazada en cada inmersión-, contra la integridad personal y contra la dignidad del ser humano, no es tortura.
Al mismo tiempo, se opuso a un proyecto de ley que cursa en el Congreso estadounidense prohibiendo este método -usado para obtener confesiones-, y anunció que acudirá al veto presidencial para bloquearlo, cuando precisamente el miércoles 13 de febrero, por 52 votos a favor y 45 en contra, fue aprobado en el Senado. Había sido aprobado ya por la Cámara el 14 de diciembre del año anterior. La votación en el Senado no alcanzó, empero, la mayoría necesaria (2/3) para superar el veto presidencial.
El Presidente remató su intervención en este sentido diciendo: "Nos aseguraremos de que nuestros profesionales tengan los instrumentos necesarios para hacer su trabajo dentro de la ley". La expresión "profesionales" está referida sin duda a los especialistas en aplicar la tortura.
La Casa Blanca reiteró que "el Presidente Bush vetará cualquier proyecto de ley que imponga limitaciones a las tareas de la Agencia Central de Inteligencia CIA, por entender que su labor es clave en la lucha global contra el terrorismo y para la seguridad nacional".
Con estas declaraciones, Bush compromete a los Estados Unidos de manera grave en violaciones de los Derechos Humanos, no obstante que se trata de un país que proclama la defensa de los mismos, y hasta "certifica" si otros países los respetan o no.
En efecto, el Jefe de Estado norteamericano se ha referido al método de tormento conocido como "waterbording" o "submarino" (asfixia simulada), que consiste en sumergir en agua la cabeza de una persona amarrada (manos atadas a la espalda), sosteniéndola en esa posición casi hasta el ahogamiento, sacándola de nuevo para que diga o revele algo, volviéndola a sumergir en ocasiones indefinidas, mientras los torturadores no estén satisfechos con sus respuestas. Otra modalidad de esta tortura consiste en en envolver la cabeza del prisionero en una toalla mojada o en una bolsa, con el objeto de dificultarle la respiración, como forma de presionar sus declaraciones, datos o confesiones, o para que haga algo que no quiere hacer (por ejemplo, firmar un documento).
El procedimiento en referencia, que el Director de la CIA Michael Hayden reconoció que se usa en los Estados Unidos y que se infligió a presuntos terroristas vinculados a los atentados del 11 de septiembre de 2001, se extendió en Europa y en América durante la época de la Inquisición, cuando se conocía como "pena del ansia", debido a la angustia que causaba en el torturado.
Bush expresó que gracias a esta "técnica" se ha obtenido información valiosa de presuntos terroristas, y que ella ha ayudado a salvar vidas en Estados Unidos y en otros países del mundo.
A juicio de Bush, este procedimiento. rechazado por la jurisprudencia, la doctrina y las organizaciones de derechos humanos como un evidente atentado contra la vida -indudablemente amenazada en cada inmersión-, contra la integridad personal y contra la dignidad del ser humano, no es tortura.
Al mismo tiempo, se opuso a un proyecto de ley que cursa en el Congreso estadounidense prohibiendo este método -usado para obtener confesiones-, y anunció que acudirá al veto presidencial para bloquearlo, cuando precisamente el miércoles 13 de febrero, por 52 votos a favor y 45 en contra, fue aprobado en el Senado. Había sido aprobado ya por la Cámara el 14 de diciembre del año anterior. La votación en el Senado no alcanzó, empero, la mayoría necesaria (2/3) para superar el veto presidencial.
El Presidente remató su intervención en este sentido diciendo: "Nos aseguraremos de que nuestros profesionales tengan los instrumentos necesarios para hacer su trabajo dentro de la ley". La expresión "profesionales" está referida sin duda a los especialistas en aplicar la tortura.
La Casa Blanca reiteró que "el Presidente Bush vetará cualquier proyecto de ley que imponga limitaciones a las tareas de la Agencia Central de Inteligencia CIA, por entender que su labor es clave en la lucha global contra el terrorismo y para la seguridad nacional".
Con estas declaraciones, Bush compromete a los Estados Unidos de manera grave en violaciones de los Derechos Humanos, no obstante que se trata de un país que proclama la defensa de los mismos, y hasta "certifica" si otros países los respetan o no.
La información de prensa (ABC.es) del 14 de febrero decía:
"El Senado norteamericano respaldó ayer por 51 votos a favor y 45 en contra la ley procedente del Congreso que prohíbe terminantemente a la CIA utilizar el simulacro de ahogamiento como método de interrogatorio. La Casa Blanca ha anunciado que el presidente George W. Bush utilizará su poder de veto contra esta ley.
Lo que está en juego no es sólo que la CIA no vuelva a hacerlo nunca más, sino qué pasa con sus agentes que ya lo han hecho. La CIA pidió, y obtuvo, un informe favorable del Departamento de Justicia de la época como cobertura legal de sus acciones. El actual fiscal general del Estado, Michael Mukasey, se ha declarado incapaz para perseguir algo que su Departamento autorizó en el pasado.
Pero las Cámaras legislativas ya no van a dejar pasar ni una. Otra cosa es que Bush vete la ley, como ya anunció que haría, con el argumento de que esta norma «interfiere» las posibilidades de efectuar «interrogatorios lícitos de prominentes terroristas de Al Qaeda» para obtener informaciones que salven vidas.
Convencer
Pero parece que al presidente en este caso le va a resultar más fácil vetar que convencer: se da la circunstancia de que precisamente el uso de técnicas ilegales de interrogatorio puede comprometer los seis procesos abiertos contra presos de Guantánamo, para los que se solicitan otras tantas penas de muerte, por considerarles artífices de los atentados del 11-S.
Además, recientes informaciones han dejado en ridículo a la CIA y a sus «chicos duros», que saltándose la ley y la ética a la torera no han conseguido casi ningún dato de interés sobre Al Qaeda, mientras que el FBI, mucho más respetuoso de la legalidad, sí ha sacado algo en limpio.
Los entusiastas de la mano dura dicen que sin que la CIA «ablandara» primero a los interrogados, el FBI no habría tenido éxito. Pero por ahora no es esa la hipótesis que tiene más éxito. Hasta el favorito para la nominación presidencial por parte del bando republicano, John McCain, está en contra del simulacro de ahogamiento y de toda tortura. Ya la padeció él bastante cuando era prisionero en Vietnam."
Lo que está en juego no es sólo que la CIA no vuelva a hacerlo nunca más, sino qué pasa con sus agentes que ya lo han hecho. La CIA pidió, y obtuvo, un informe favorable del Departamento de Justicia de la época como cobertura legal de sus acciones. El actual fiscal general del Estado, Michael Mukasey, se ha declarado incapaz para perseguir algo que su Departamento autorizó en el pasado.
Pero las Cámaras legislativas ya no van a dejar pasar ni una. Otra cosa es que Bush vete la ley, como ya anunció que haría, con el argumento de que esta norma «interfiere» las posibilidades de efectuar «interrogatorios lícitos de prominentes terroristas de Al Qaeda» para obtener informaciones que salven vidas.
Convencer
Pero parece que al presidente en este caso le va a resultar más fácil vetar que convencer: se da la circunstancia de que precisamente el uso de técnicas ilegales de interrogatorio puede comprometer los seis procesos abiertos contra presos de Guantánamo, para los que se solicitan otras tantas penas de muerte, por considerarles artífices de los atentados del 11-S.
Además, recientes informaciones han dejado en ridículo a la CIA y a sus «chicos duros», que saltándose la ley y la ética a la torera no han conseguido casi ningún dato de interés sobre Al Qaeda, mientras que el FBI, mucho más respetuoso de la legalidad, sí ha sacado algo en limpio.
Los entusiastas de la mano dura dicen que sin que la CIA «ablandara» primero a los interrogados, el FBI no habría tenido éxito. Pero por ahora no es esa la hipótesis que tiene más éxito. Hasta el favorito para la nominación presidencial por parte del bando republicano, John McCain, está en contra del simulacro de ahogamiento y de toda tortura. Ya la padeció él bastante cuando era prisionero en Vietnam."
En Octubre de 2007, en declaraciones para la CNN, el ex presidente Jimmy Carter denunció que el gobierno de los Estados Unidos tortura a prisioneros y aseguró que el actual Jefe de Estado Bush estableció las condiciones necesarias para incurrir en esa práctica que viola el Derecho Internacional.
Carter dijo: "No creo" que el gobierno de Bush torture, sino que "...lo sé de manera cierta...". Y agregó:"Por primera vez en mi vida, nuestro país ha abandonado los principios básicos de los Derechos Humanos. Dijimos que la Convención de Ginebra no se aplica a las personas recluídas en la prisión de Abu Ghraib y en Guantánamo, y dijimos que podemos torturar a los prisioneros...".
Carter sostuvo que métodos aplicados en los Estados Unidos -divulgados por The New York Times al dar a conocer en ese mismo mes documentos secretos del Departamento de Justicia que apoyaban el uso de "técnicas severas de interrogatorio"-, tales como golpes en la cabeza, sometimiento a temperaturas gélidas o la simulación de ahogamiento -que ahora Bush defiende abiertamente-, son formas de tortura bajo las normas internacionales.
1 comentario:
Las torturas y otros métodos de investigación brutal utilizados por los Estados Unidos - así como la pena de muerte - son herramientas "legales" que caracterizan a esa nación. Es lamentable que, a diario, el gobierno gringo condene la violación a los derechos humanos por otros paises, certifique y descertifique, mientras aquél tortura, asesina y patrocina grupos paramilitares y mercenarios para desetabilizar gobiernos, obtener petróleo y otros marcados intereses de las multinacionales americanas. Las torturas a los iraquíes, las matanzas de niños, mujeres y ancianos, conocidas y significadas por ellos como "daño colateral", la violación a la legítima defensa de los detenidos en Guantánamo, la alianza de la CIA y el FBI con la DEA y los narcotraficantes para auspiciar y apoyar a los grupos contrainsurgentes, son apenas pequeñas dosis de violación flagrante al derecho internacional humanitario y los derechos humanos; sin descontar el descarado intervencionismo. Los americanos son negociantes, ellos estimulan la guerra, desetabilizan gobiernos y naciones, consiguen vendepatrias y hacen su agosto vendiendo armas, insumos químicos para los narcos y dando palmaditas de felicitaciones a os gobiernos genuflexos y permisivos con ellos.
Ese es el país del norte, el que anula la educación, las libertades, ve la paja en el ojo ajeno, pero no se ve la viga en el propio.
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