Por LUDOVICO ARIOSTO
Una vez más debemos referirnos a la intolerancia, que parece va en aumento en el seno de nuestra sociedad, y que está muy relacionada con la tendencia violenta que generalmente se ocasiona cuando las personas pretenden que las demás piensen y se expresen de la misma manera que ellas.
El pluralismo, que se constituye en uno de los fundamentos del orden jurídico colombiano a partir de la Carta Política de 1991, es precisamente lo contrario de la intolerancia, ya que implica admitir y preservar la convivencia entre personas que no tienen las mismas características: mi vecino puede ser protestante y yo católico; o de raza negra y yo blanco; o pertenecer a un movimiento Uribista y yo al Polo Democrático o al Partido Liberal; o creer en la medicina alternativa y yo en la tradicional; o ser positivista en materia de Derecho, y yo amigo del Derecho Natural… y ninguna de esas circunstancias puede impedir el mutuo respeto, la consideración hacia la dignidad humana de cada uno; el ejercicio pleno de los derechos fundamentales a la libertad de pensamiento; a la libertad de conciencia; a la libertad de expresión; a la libertad de cultos, ni obstruir la convivencia, y menos ocasionar actos de violencia verbal o física.
Eso lo decimos nuevamente, a propósito de los últimos acontecimientos relacionados con las postura ideológicas y políticas de la Senadora Piedad Córdoba, con quien no se necesita estar de acuerdo para exigir que se la respete y se la trate de acuerdo con su dignidad y sus derechos; que no se la ponga en peligro por causa de la intolerancia; y que no se pretenda obligarla a pensar de acuerdo con las políticas del Gobierno y de la administración. Como también reclamaríamos lo propio respecto de personas afines al Ejecutivo.
Una vez más debemos referirnos a la intolerancia, que parece va en aumento en el seno de nuestra sociedad, y que está muy relacionada con la tendencia violenta que generalmente se ocasiona cuando las personas pretenden que las demás piensen y se expresen de la misma manera que ellas.
El pluralismo, que se constituye en uno de los fundamentos del orden jurídico colombiano a partir de la Carta Política de 1991, es precisamente lo contrario de la intolerancia, ya que implica admitir y preservar la convivencia entre personas que no tienen las mismas características: mi vecino puede ser protestante y yo católico; o de raza negra y yo blanco; o pertenecer a un movimiento Uribista y yo al Polo Democrático o al Partido Liberal; o creer en la medicina alternativa y yo en la tradicional; o ser positivista en materia de Derecho, y yo amigo del Derecho Natural… y ninguna de esas circunstancias puede impedir el mutuo respeto, la consideración hacia la dignidad humana de cada uno; el ejercicio pleno de los derechos fundamentales a la libertad de pensamiento; a la libertad de conciencia; a la libertad de expresión; a la libertad de cultos, ni obstruir la convivencia, y menos ocasionar actos de violencia verbal o física.
Eso lo decimos nuevamente, a propósito de los últimos acontecimientos relacionados con las postura ideológicas y políticas de la Senadora Piedad Córdoba, con quien no se necesita estar de acuerdo para exigir que se la respete y se la trate de acuerdo con su dignidad y sus derechos; que no se la ponga en peligro por causa de la intolerancia; y que no se pretenda obligarla a pensar de acuerdo con las políticas del Gobierno y de la administración. Como también reclamaríamos lo propio respecto de personas afines al Ejecutivo.
1 comentario:
LO ACONTENCIDO CO LA SENADORA PEIDAD REFLEJA LA URGENCIA DE UNA REFORMA EDUCATIVA DE FONDO DONDE SE FROMEN CIUDADANOS CADA VEZ MAS RESPUTUSOS QUE CONOZCAN SUS DERECHOS Y SUS DEBERES Y RESPETO POR LOS DE LOS DEMAS ! TIEN TODA LARAZON LUDOVICO ! ES TRISTE QUE NO EXITA LIBERTA DE PENSAMIENTO EN COLOMBIA NO OBTANTE LA INVIOLÑAVILIDAD DE LAS OPINIONES DE UN SENADOR EN COLOMBIA !
ATTE ....GERTRUDIZ
Publicar un comentario