UNA REFLEXIÓN DE JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ GALINDO
(Tomado de "Yancogitano´s Weblog")
Me van a decir pesimista, cuando menos. Y los amigos del Ejecutivo me van a excomulgar, pero creo que vale la pena plantear al menos una reflexión en esta Colombia oscura, ya que los últimos acontecimientos, no solamente en relación con las FARC -con las cuales el Gobierno se encuentra trenzado en un lucha literalmente “a muerte”, y sin escrúpulos de ninguna de las partes-, sino en campos como el manejo de la economía, la política sobre desplazados, las relaciones con las altas corporaciones administradoras de justicia, el trámite de la impunidad a favor de los paramilitares, el proceso de la parapolítica…,para mencionar apenas algunos, han llevado las cosas a niveles inaceptables para una democracia; han colmado la copa, y, después de cinco años de vigencia de este enfoque antijurídico de nuestra sociedad, nos hacen pensar en la necesidad de volver al Derecho, si queremos recuperar la sindéresis, por cuanto nos parece que su imperio en Colombia presenta vacíos tan grandes que, al menos por ahora, da la impresión de no existir.
En efecto, todas las decisiones se están tomando por conveniencia, según la coyuntura, de acuerdo con los intereses en juego, mediante manipulación de los medios de comunicación para “llegar al pueblo” -objetivo éste que no significa “buscar lo mejor para el pueblo”, sino “agradarlo”, “darle un gusto momentáneo”, “ganárselo”, “conquistarlo”, no importa si en esa búsqueda hay que mentirle-, y normalmente los esfuerzos de los asesores jurídicos del régimen se dirigen, no a lograr la adecuación entre esas decisiones y el ordenamiento jurídico, sino a encontrar las “razones” por las cuales ella, los actos oficiales, los proyectos y las posiciones de gobierno se apartan del normal sentido de lo jurídico, normalmente identificando la validez y la legalidad de lo actuado, a la luz de los fines perseguidos, que, si son deseables para la colectividad -debidamente ambientada por la televisión y la radio- justifican los mecanismos o procedimientos que se utilicen. No hay en ello ninguna ética, ningún principio, ninguna regla: los asesores se encargan de convencer al público acerca de que tales instrumentos son necesarios para lograr el fin propuesto, y entonces logran el aplauso, y a través del aplauso la aprobación -en encuestas-, lo que, según ellos, otorga validez, legitimidad y credibilidad a cualquier actuación -por extraña que parezca a la luz del Derecho-, y el “Derecho” termina acomodándose a los criterios gubernamentales.
Todos, finalmente, quedan siempre contentos. Un concierto de cantantes famosos, oportunamente programado por los medios de comunicación, una frase celebrada por los mismos medios, un desplante, una anécdota, y hasta el oportuno aporte de algún crítico convertido de la noche a la mañana en gobiernista…ponen fin a cualquier polémica.
Es un marasmo generalizado, y a la vez un espectáculo permanentemente sostenido para que la gente no piense. Pensar es peligroso, y no se debe permitir esa práctica. ¿Opinar? !Peor práctica! ¿Expresar ideas diferentes? Cuidado. Puede ser más grave. Su falta de coincidencia con los postulados oficiales será vista por el público como “traición a la Patria”, entendiendo bien que “Patria” y “Gobierno” son lo mismo.
¿Y los organismos de control? Sencillamente no existen.
Una luz en las tinieblas puede estar representada por el Derecho; el verdadero Derecho, cuyo valor esencial es LA JUSTICIA. Pero se muestra débil, a punto de apagarse. Es posible que si conseguimos hacer PENSAR a uno, o a muchos, logremos encender esa JUSTICIA, y el Derecho ilumine de nuevo el camino de Colombia. Entre tanto, estamos perdidos.
Me van a decir pesimista, cuando menos. Y los amigos del Ejecutivo me van a excomulgar, pero creo que vale la pena plantear al menos una reflexión en esta Colombia oscura, ya que los últimos acontecimientos, no solamente en relación con las FARC -con las cuales el Gobierno se encuentra trenzado en un lucha literalmente “a muerte”, y sin escrúpulos de ninguna de las partes-, sino en campos como el manejo de la economía, la política sobre desplazados, las relaciones con las altas corporaciones administradoras de justicia, el trámite de la impunidad a favor de los paramilitares, el proceso de la parapolítica…,para mencionar apenas algunos, han llevado las cosas a niveles inaceptables para una democracia; han colmado la copa, y, después de cinco años de vigencia de este enfoque antijurídico de nuestra sociedad, nos hacen pensar en la necesidad de volver al Derecho, si queremos recuperar la sindéresis, por cuanto nos parece que su imperio en Colombia presenta vacíos tan grandes que, al menos por ahora, da la impresión de no existir.
En efecto, todas las decisiones se están tomando por conveniencia, según la coyuntura, de acuerdo con los intereses en juego, mediante manipulación de los medios de comunicación para “llegar al pueblo” -objetivo éste que no significa “buscar lo mejor para el pueblo”, sino “agradarlo”, “darle un gusto momentáneo”, “ganárselo”, “conquistarlo”, no importa si en esa búsqueda hay que mentirle-, y normalmente los esfuerzos de los asesores jurídicos del régimen se dirigen, no a lograr la adecuación entre esas decisiones y el ordenamiento jurídico, sino a encontrar las “razones” por las cuales ella, los actos oficiales, los proyectos y las posiciones de gobierno se apartan del normal sentido de lo jurídico, normalmente identificando la validez y la legalidad de lo actuado, a la luz de los fines perseguidos, que, si son deseables para la colectividad -debidamente ambientada por la televisión y la radio- justifican los mecanismos o procedimientos que se utilicen. No hay en ello ninguna ética, ningún principio, ninguna regla: los asesores se encargan de convencer al público acerca de que tales instrumentos son necesarios para lograr el fin propuesto, y entonces logran el aplauso, y a través del aplauso la aprobación -en encuestas-, lo que, según ellos, otorga validez, legitimidad y credibilidad a cualquier actuación -por extraña que parezca a la luz del Derecho-, y el “Derecho” termina acomodándose a los criterios gubernamentales.
Todos, finalmente, quedan siempre contentos. Un concierto de cantantes famosos, oportunamente programado por los medios de comunicación, una frase celebrada por los mismos medios, un desplante, una anécdota, y hasta el oportuno aporte de algún crítico convertido de la noche a la mañana en gobiernista…ponen fin a cualquier polémica.
Es un marasmo generalizado, y a la vez un espectáculo permanentemente sostenido para que la gente no piense. Pensar es peligroso, y no se debe permitir esa práctica. ¿Opinar? !Peor práctica! ¿Expresar ideas diferentes? Cuidado. Puede ser más grave. Su falta de coincidencia con los postulados oficiales será vista por el público como “traición a la Patria”, entendiendo bien que “Patria” y “Gobierno” son lo mismo.
¿Y los organismos de control? Sencillamente no existen.
Una luz en las tinieblas puede estar representada por el Derecho; el verdadero Derecho, cuyo valor esencial es LA JUSTICIA. Pero se muestra débil, a punto de apagarse. Es posible que si conseguimos hacer PENSAR a uno, o a muchos, logremos encender esa JUSTICIA, y el Derecho ilumine de nuevo el camino de Colombia. Entre tanto, estamos perdidos.
2 comentarios:
Aquí lo que se estila es: "Todos a una", como en Fuenteovejuna. No se puede ni se debe disentir.
Me identifico con el articulo. Colombia es un pais en que, hoy por hoy lo que se quiere es lograr el fin cualquiera sea, sin importar el medio que se use, incluso los medios crminales o antiéticos.
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